Arquitecto, dueño de una cafetería y amante de los negocios… ese era Jaim Gritzewsky hasta que decidió dejarlo todo por una sola cosa: ser el mejor fotógrafo de perros.

Jaim está seguro de que ha tenido una cámara cerca toda su vida, pero la decisión de hacer negocio con una de sus pasiones fue muy difícil para él.

Asegura que le relajaba salir a tomar fotos y practicar pero “sentía que cuando lo viera como negocio iba a querer darle gusto a las personas y dejar de disfrutarlo como lo disfrutaba. Nunca lo quise ver como un proyecto de vida”.

“Me gustan mucho los negocios, durante la carrera vendía cigarros en la facultad y así empecé. Hasta que un día se presentó la oportunidad de poner el café. Pero llega un punto en el que por más que disfrutes lo que haces a lo mejor los resultados no son lo que esperas. Los restaurantes son muy absorbentes, tienes que estar metido ahí todo el día y era algo que no estaba dispuesto a hacer”.

Un día se dio cuenta de que tenía demasiadas fotos de perritos y de broma le dijo a su novia que ahora se dedicaría a eso y ella le dio el último empujoncito para decidirse. “La iniciativa ya estaba, las ganas ya estaban, pero no la decisión; no es fácil decir que vas a ser fotógrafo”, reitera.

A partir de eso, la respuesta ha sido increíble. “A todo el mundo le gusta el proyecto. En los primeros días, me llamaron de un canal de televisión para hacer una entrevista; hay mucha gente interesada en dar difusión”. “Realizar las sesiones de fotos es algo muy padre, particularmente porque una vez que me pongo la cámara no veo nada más y me concentró en el perrito. Normalmente tomo fotos los domingos en la biciruta y es padrísimo porque levantas la cámara y puedes estar cinco minutos siguiendo a un perrito sin ver nada, pero en ese segundo donde hace una expresión y tomas la foto, ya estuvo. No es tanto que estés con la interacción sino esperando el momento”.

Jaim tiene tres perros, el primero ya tiene siete años con él y se llama “Güey”, “Negrita”, una schnauzer miniatura y “Compadre” que es un mestizo el cual adoptó. Sobre las sesiones, comentó que “todas han sido diferentes pero ninguna complicada salvo por las situaciones de la luz; es lo que me gusta de los perritos, ellos están en lo suyo y mi obligación es seguirlos hasta que me den una buena toma. Mi novia siempre es mi mano derecha en todo y para todo, ella me hace ver los errores que tengo”.

Una de las más divertidas, fue precisamente con sus perritos al estilo “smash the cake”, con un pastel que le obsequió “Niich Peek”, quienes le patrocinan los premios para sus sesiones. “Me dieron un pastel y galletas para hacer fotos y vídeo, fue en mi casa, partimos el pastel, le hice gorritos a mis perritos y todos disfrutamos mucho”.

Al preguntarle sus consejos para las sesiones de fotos, su primera respuesta fue “que me contacten”. También agregó “elegir un lugar donde se sientan cómodos, tener una idea en mente de lo que les gustaría y sacarlo de paseo media hora antes para que se canse”. “Durante las sesiones, hay un pequeño tiempo en el que me integro al perro y él se integra a mí, para que se familiarice con el sonido y reconozca que le voy a dar un premio cuando suene el obturador. Tengo mini sesiones de media hora, y sesiones de hora y media; más de eso no es recomendable porque el perrito se estresa”.

Lo siguiente para el fotógrafo es seguir tocando puertas. “Tengo intenciones de acercarme mucho a negocios con tiendas nacionales, veterinarias y organizaciones de rescate. Estoy consciente de que no es fácil y es un trabajo continuo”. A finales de agosto, participará en una Feria Canina donde no sólo tendrá su stand para tomar fotos sino que dará una plática.

Aunque se trata de una profesión complicada debido a la alta competencia, Jaim asegura que su mayor recompensa es hacer lo que ama. “He estado en una carreta de seis años que no ejerzo y cuatro años de una cafetería que ya no tengo. Mi abuelito siempre me decía: “no importa que lo hagas, mientras lo hagas con pasión” y ya sé que está súper trillado y es un cliché pero no lo comprendes hasta que no te topas tu pasión de frente y tienes la decisión de seguirla”.

“Mi peor miedo es trabajar, tener que ir a una oficina y si puedo evitarlo eso es lo que más disfruto. Mi obligación es estar agradecido porque de toda la oferta que hay están yendo conmigo, hay un montón de fotógrafos y el hecho de que la gente elija lo que yo hago es el mayor agradecimiento”.