Después de varios años de incertidumbre en los que la Covid-19 y la guerra de Ucrania cerraron las puertas a la efervescencia que supone presentar una colección, Milán ha apostado por una moda relajada, sin excesos, que aumente la pasión por comprar.
Una moda para el día a día del próximo otoño-invierno que nada tiene que ver con diseños convencionales. En Prada lo tienen claro, se trata de “una nueva manera del vestir cotidiano”: colecciones en las que no faltan sutiles vestidos de noche y que, en algunos casos, significan un regreso a los orígenes.
Ni siquiera el dúo Dolce&Gabbana, amigos de prodigarse en los detalles, han sucumbido a la tentación. Su propuesta, principalmente en rojo y negro, sí cae en la excelente sastrería y en un regreso a los vestidos lenceros, tan populares hace algunos años, con delicados bordados y la ropa interior al descubierto.
Como por arte de magia, por fin las modelos han vuelto a sonreír en un desfile. Emporio Armani ha conseguido algo que hacía tiempo que no se veía sobre la pasarela con una colección en la que interactúan lo masculino y femenino, diseños que son un rasgo distintivo de la firma, donde los volúmenes y las texturas brillantes unidas al mohair y el terciopelo texturizado logran que prendas del día y la noche sean intercambiables.
La siempre contenida elegancia de Prada permite a Miuccia Prada y Raf Simons asumir su historia, recurriendo a elementos tradicionales japoneses como el origami y componer una colección donde las faldas midi y mini, de las que sobresalen minuciosas composiciones florales, son las protagonistas, creaciones singulares que combinan con jerséis de punto.
Matthieu Blazy, director creativo de Bottega Veneta, pone el punto final con esta colección a su trilogía “Italia”, donde las texturas se confunden y un conjunto de aparente franela gris es en realidad de ante o unos supuestos calcetines son zapatos de cuero trenzado.
Blazy aplica la artesanía no solo en la manufactura de las prendas, también a través de la innovación al recuperar, recopilar, reinterpretar y reconstruir siluetas históricas de la casa, un trabajo con el que compone volumen gracias al jacquard de hilo grueso.
Max Mara ha declinado el punto en sus diferentes posibilidades con delicados suéters, en favorecedores lila o el azul agua marina. Una propuesta monocromática, muy femenina para resguardarse del frío, con excelentes abrigos en lana de tono arena mojada o chaquetones acolchados.
La innovación y el periodo Art Déco americano han sido la inspiración de la colección de Elisabetta Franchi que se rinde a la libertad de las primeras mujeres aviadoras con pantalones “oversize”, combinados con elegantes tops bordados con flecos, un festival del que a Daisy Buchanan (“El gran Gatsby”) le costaría salir.
Su armario guarda equilibrio, entre piezas de fiesta y el gusto por abrigos, americanas y chaquetas más desenfadados.
La nueva propuesta de Etro invita a dejarse seducir por el espíritu sesentero, en la que apuesta por el punto en vestidos, chalecos y mangas, y por la enseña de la casa, el tartán, para las estolas, que superpone sobre vestidos de flecos.
Por último, tras la salida de Alessandro Michele de Gucci en noviembre y previa a la llegada del nuevo director creativo Sabato de Sarno, el equipo creativo de la firma ha sido el encargado de subir a la pasarela una colección que revisita el patrimonio de la firma, incluso en los complementos.
Con información de EFE.
