Si algo nos ha enseñado la situación actual del mundo, es que no todo está limpio. De hecho, todo es mucho más sucio y está lleno de gérmenes. Entonces, ¿por qué creemos que la ropa nueva está limpia?

Sí, efectivamente hay procesos de calidad en el que las empresas cuidan cada detalle de la prenda. Los botones, las costuras, la etiqueta incluso las manchas en la tela, pero ¿eso significa que está realmente limpia?

Pensemos en que para que un botón se costure éste pasa por al menos 4 manos, las de la persona que realiza la costura y las de la persona que hace los botones. Ahora, pasemos a la costura y los controles de calidad. ¿Cuántas van?

Vamos al armado de las pacas, el proceso de envío, los miles de kilómetros que las prendas recorren para ser entregadas en una plaza y acomodadas por el personal de ventas de la tienda.

Si ustedes no han tenido la “fortuna” como yo de entrar por los accesos de servicios de una plaza, déjenme que se los resuma en que no son nada bonitos y mucho menos están brillando de limpios.

Regresemos a las prendas. Éstas son colocadas en ganchos y colgadas en racks o mesas específicas. La gente las agarra, se las prueba y las vuelve a dejar.

Otra vez las vuelven a acomodar y desacomodar hasta que por fin, tú la compras. ¿Por cuántas manos ha pasado hasta ese momento?

Ahora dime, ¿tu prenda nueva está realmente limpia?

Algo que constantemente recalco con mis clientes es que cualquier prenda que adquieran debe ser lavada en primer lugar.

Tenemos una absurda idea de que si se lava “ya no es nueva” y pierde el encanto de estrenarse, o la compran un viernes a las 5pm saliendo del trabajo para ir a una cena especial esa misma noche.

Si algo nos está enseñando esta “nueva normalidad” es que todo, absolutamente todo necesita estar limpio. Que una prenda sea nueva, no significa que esté limpia, como puedes ver.

A partir de ahora, cuando te pongas delante del espejo no olvidarás lavar tu ropa antes de usar.