Cuando la homilía del domingo termina, todos los asistentes se levantan al unísono para proclamar el credo. Esa oración que, si te has fijado, tiene variaciones dependiendo de la capilla o el presbítero. Pero, ¿cómo es y por qué hay dos?

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Por un lado, está el “credo apostólico” que es la versión corta del que comúnmente se reza durante la misa; y, por el otro, está el “credo niceno”, el más conocido y largo. La realidad es que son y expresan lo mismo, solo que el segundo es más detallista y hace mayor énfasis en ciertas cuestiones.

El credo apostólico

Recibe su nombre porque busca resumir la esencia de lo que los apóstoles le transmitieron al mundo. Es, en sí, un resumen de lo expuesto en las cartas de la Sagrada Biblia. Si bien la oración no la encontrarás entre sus páginas, el texto representa ampliamente la fe católica.

El credo apostólico es el siguiente:

“Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso, y desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén”.

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El credo niceno

Si te preguntabas cuál es el credo que se reza en la misa, por lo general, es este. El credo niceno, también llamado credo niceno-constantinopolitano, nació entre los siglos IV y V como una exposición de la fe ortodoxa de la iglesia cristiana primitiva y en oposición a ciertas herejías, especialmente la arriana, pues puso en duda la divinidad de Cristo.

El credo niceno dice así:

“Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho. Que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre. Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las escrituras; y subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre, y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del hijo, que con el Padre y el hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén”.

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Ahora bien, ¿qué es el credo y por qué es importante?

El credo es, palabras más, palabras menos, el testimonio de la fe cristiana a través de los siglos y está dividido en tres partes:

  • La primera habla de Dios Padre y de la creación.
  • La segunda habla de Dios Hijo y de la redención del hombre.
  • La tercera habla de Dios Espíritu Santo y de la santificación del hombre.

A través del credo se narra la historia de Jesucristo e, igualmente, permite a los cristianos reafirmar su fe en Dios, la iglesia, la Santísima Trinidad, los ángeles y los santos.

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