A pesar de estar de vacaciones, Eduardo siempre se enfoca en tener actividades productivas. Por eso nos dio un espacio en su agenda para hablarnos de “Sin prisa, sin pausa”, el libro con el que comparte con qué actitud toma las situaciones de crisis en su vida.

A Eduardo Juanes Esquivel lo conozco desde hace varios años; llevamos una buena amistad vía “Whats App” porque casi nunca lo veo. Aun así, siempre nos hemos echado la mano en proyectos. Aunque le llevo más de 10 años, cuando existen valores en común, la edad es lo de menos.

Eduardo estudia ingeniería en Monterrey, pero viene todos los veranos a Mérida. Supe que tuvo un accidente el año pasado y nos estuvimos mensajeando para ver cómo andaba. Estaba sacado de onda por no poder jugar fútbol, su pasión.

Volviendo a la normalidad, me dijo: “Mike, estoy escribiendo un libro”. Le digo “¿Cómo? ¿De qué?”. Y me responde “De cómo vi las cosas positivas ahorita con el reposo de mi operación. ¡Lo tienes que ver! ¡Lo tienes que leer!”. Leía las palabras de emoción, pero no entendía bien qué pasaba, así que le pedí que me lo enviara.

A los pocos días de obtenerlo, acordamos una cita para que contara a los lectores de Plan B y a un servidor de viva voz toda su travesía para escribir el libro.

La entrevista

Llegó muy puntual. Nos saludamos y nos instalamos frente a una miniatura de la escultura “El Andariego”, la cual da la bienvenida a los visitantes al Centro Megamedia Campestre (dónde se encuentra la redacción de Plan B). Nos pusimos a platicar y fue espontáneo: “Ya ves que dicen que lo que siempre tiene uno que hacer al menos una vez en la vida es escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo; ya ‘palomee’ la primera”, dijo, mientras dejaba ver una risa de emoción.

“Se me rompió la rodilla el verano pasado y tuve que estar un mes acostado, sin moverme; me puse triste, sobre todo, porque no podía jugar fútbol. Buscando algo en la web de superación personal para sentirme mejor, me encontré con Beca Fitzpatrick, quien proponía una terapia de escribir al momento lo que uno sentía. Fue así que empecé a escribir”, comentó.

Al finalizar el mes, Eduardo regresó a Monterrey pero seguía sin poder practicar su deporte favorito. Fue así que juntó a un grupo de amigos en un equipo y jugó a ser el director técnico. “El punto era no deprimirme, todo lo fui escribiendo y me propusieron volverlo libro. Me metí a una materia optativa en la carrera que se llama Escritura Creativa. Ahí le fui dando más forma”.

Eduardo tiene algunos ejemplares impresos, que quiere regalar y vender; también está disponible en formato digital. El desarrollo y aceptación entre la gente será decisivo para optar por una promoción y tiraje más extensos, pero lo que Eduardo tiene como primer propósito es dar a conocer su mensaje y a partir de ahí, ver cómo se desarrolla. “Todo el material es una propuesta para no pensar en el por qué, sino en el para qué de nuestras vidas”, aseguró durante la conversación.

“El título es una frase que me gusta desde chico, y venía acorde a la temática. El diseño lo hizo Edith Sales, a quien agradezco mucho su apoyo para aterrizar mis ideas”, agregó.

Eduardo finalizó autografiándonos un ejemplar y nos invitó a leerlo de una forma peculiar: “Ante una tragedia en nuestras vidas, la actitud a tomar se encuentra en el libro (por ‘Sin prisa, sin pausa’)”.