En una Mérida de mediados del siglo XX, en los que los “spots” de diversión y hábitos de consumo eran limitados, las costumbres y vida social que proporcionaban los eventos anuales eran esperados por toda la comunidad.

Las carnestolendas no eran la excepción, los clubes sociales contaban con reinas o embajadoras que presentaban sendos bailes con numerosas comparsas durante los cinco días que duraban los festejos ¿Los bailes más esperados y concurridos? El de fantasía, al que todos acudían disfrazados, y regional, donde todos lucían galas tradicionales yucatecas.

Al día de hoy, el Club Campestre de Yucatán conserva ambas tradiciones, trasladando el baile regional en el segundo semestre del año, y el de fantasía, realizado en semanas previas al carnaval que se desarrolla en la ciudad de Mérida.

El primer baile de fantasía del Club Campestre de Yucatán, en 1962, fue protagonizado por Lourdes Peón Martínez, quien personificó a una princesa maya por quien se debatían en amor un príncipe maya y un conquistador español, estos personificados por los primos Rafael Salazar Pérez y Arturo Peniche Pérez.

Los ensayos del espectáculo eran en casa de la reina, ubicada en la calle 60, armándose un grato ambiente entre la juventud de aquella época, mismo ambiente que se repite en la actualidad.

Hija y nieta de Lourdes, Lourdes Díaz Peón y Lourdes Cámara Díaz, también fueron reinas e igual personificaron a princesas; la primera daba una vuelta alrededor del mundo en un barco y bailaba danzas de cada país, mientras que la segunda personificó por primera vez en el Club Campestre danzas hindús, protagonizó la portada de Plan B promocionando el baile, era 2015.

Los bailes de las dos últimas Lourdes, con 29 años de diferencia (1986 y 2015), fueron coordinados en montaje e ideas creativas por abuela y nietas, la primera fue Alicia Mercedes Sobrino Blanquet de Martín, mujer de agradable carácter y estimada en demasía por el Club, y quien también apoyó a otras reinas durante toda su vida; mismo caso de sus nietas, hermanas López Martín: Lourdes de Burillo y Ana Alicia de Molina, quienes se conservan vigentes al día de hoy en la misma labor.

Lulú fue reina de la asociación en 2003. La hija de Alicia y madre de las dos últimas mencionadas, Lourdes Martín Sobrino de López, se destacó en la misma labor y fue reina junto con su hermana Lilí del precarnavalesco femenil que se realiza a beneficio de la Cruz Roja.

Hoy apoya año con año los precarnavalescos infantiles y juveniles, que se realizan a beneficio de Pastoral del Amor.

Este último formato se realizaba, hasta hace poco más de un cuarto de siglo, con bailables y concurso de disfraces; esta última actividad se trasladó al carnavalesco de fantasía, donde los más de mil asistentes cada año acuden ataviados de sendos disfraces originales con el cometido de ganar al concurso.

Grata algarabía y ambiente familiar se presta año con año desde la temporada de preparativos y ensayos, a estos últimos es habitual que acudan las madres y abuelas, una de las infaltables por muchos años y grata promotora de la unión familiar fue María Lucía Casares Espinosa de Molina, madre y abuela de varias reinas, de quien generaciones enteras llevan recuerdo de gran estima y agradecimiento, ya que siempre fue quien animó a que en todo momento se desarrollara un sano ambiente de convivencia e integración.